Somos la desgracia
de una cifra con etiquetas;
en un mundo de números
donde cero siempre resta:
Una edad cualquiera
sin tiempo para serla,
para las agujas del reloj
que en la muerte las congela;
Kilómetros de carretera,
hay quien no sale de ella,
-otros que ni la respiran-.
Números en prisión,
tumbas con sus muertos,
la celda de tu cuerpo
la talla de un pantalón.
Los números que gastas,
los números por los que sudas,
hacen rico al empresario,
aunque al fin y al cabo,
sigue siendo otro número.