Verás en el reflejo de esta turbia mirada,
como un triste recuerdo me mata,
y como quedó oxidado este pobre corazón de hojalata.
El tiempo no pasa en balde para nadie,
las cenizas no terminan por desaparecer,
a veces solo queda la barbarie,
y la esperanza de no enloquecer.
Pero hasta la oscuridad termina,
el sol sale de nuevo y brilla con mas fuerza.
O eso dicen... pero sigo en el mismo bar,
buscando en el vidrio la manera de olvidar...
Y allí, un vaso medio vacío,
riega las penurias que sembraste a la sombra de este río.
Envenenado por el fruto del árbol prohibido,
condenado a la eternidad del exilio.
Condenado a la incertidumbre que causas,
renegaré por el destino que nos tocó vivir,
sin buscar en otras musas,
compondré el dolor que en antaño trate de reprimir.
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