jueves, 2 de enero de 2014

Carta extraviada

Yo era de guerrilleras hasta que te encontré,
cambiaste la capucha por la diadema de princesa
y seguías siendo tú.
Princesa guerrillera que revolucionó mis cinco sentidos,
me dejé vencer...
Dejé que trajeras palabras de libertad a esta mente encadenada.
Rompiendo con ellas, construiste la más bella de las utopías,
y sin ni siquiera prometérmelo me dejaste habitar en tu anarquía.
Como para no querer agradecértelo.
Forjaré banderas que lleven tu nombre,
y que allí donde estén presentes sepan que conocí a una mujer libre.
Tú aún no lo sabes, pero eres diferente,
por que cuando ríes, ríes,
y cuando lloras también lo haces,
o será que no puedo borrar tu sonrisa de mi mente,
ni cuando lleva el peor traje de gala.
Tú aún no lo sabes, pero estás encadenando un alma libre,
y jamás me sentó tan bien lo de sentirme un prisionero.
No quiero que salgas de mi mente,
aún menos de tu cama,
gírate, bésame, y clávame tu mirada,
que ya estaré perdido,
tanto, que necesitaré que me guíes en el camino de vuelta.
"Joder, insensato enamorado" estarás pensando,
y tienes razón, pero que voy a hacerle,
eres lo suficiente buena para estar con otro y estás aquí,
leyendo esta absurda carta,
a la que le faltan palabras para describirte.
Sí, si no te habías dado cuenta esta historia trata sobre ti,
y ojalá no sea la última que podamos escribir juntos.


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