Triste placer mundano;
efímera quimera,
que nunca nos prometimos.
Ya nada queda.
Lo siento amor,
pero con rabia no sé escribirte;
y tú ya encontraste quien lo hiciese.
Solo ha pasado el tiempo,
pero ya le diste mi papel a otro,
y sin cortes, ni escenas finales
tuve que aprender que somos sustituibles.
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