Lo bonito de su sonrisa es que podría enamorar espejos
y aún así, quedarse con las ganas de echar a volar, triste.
Que cansado de luchar contra toda gravedad
me he visto aferrado al péndulo de su ombligo.
Y es que mi reloj necesita de un cardiólogo,
que ponga en hora este maldito órgano vital que es el tiempo.
Quiero hacerle el juego sucio a tus folios en blanco,
y ver que por fin, vuelas.
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