He vuelto,
a la poesía de descomposición,
y a la adicción
de las agujas del reloj.
He vuelto,
al corredor de la muerte
y a la guillotina
en la plaza mayor.
He vuelto,
a los andenes,
también a las andadas,
de los que dejan de hacerse mayor.
He vuelto,
a creer,
y a cagarme en Dios
por tirar la piedra
y esconder la flor.
He vuelto,
a la noche
también a la duda
de si caerá la luna
y no habrá reproche.
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