La poesía sin ti empieza a parecer poesía,
y joder, cómo llego a odiarla.
Me dejo los pulmones respirando su ausencia,
y ya nada me recuerda lo lejos que llegamos a estar.
Me dejo las papilas entre cenizas y quejidos,
entre llantos y gemidos, que inundan mis pupilas.
Me dejé, una escusa en la comisura de sus labios,
y el agravio de volver a la escritura.
Se me escapó,
y con las prisas,
olvidé frecuentar las esquinas,
que allí, entre copas y artistas,
acordes y aristas,
vestía desnuda una disimulada sonrisa.
Y que desgracia,
volver a las calles,
que inundadas de lluvia
hicieron bailar a su mejor poetisa.
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