No dejes que nadie te diga lo que no puedes hacer

"Que por más que duela, y con dolor, si vuela, no ha de volver"

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Mujer valiente

Del recuerdo
tu mayor herencia,
mujer valiente,
hasta el ocaso
que nunca acaba en ti.

Mujer valiente,

te recuerdo,
entre costas del levante
y días de reyes
que celebraban el comienzo
cuando aún estabas aquí.

Madre como una madre,
madre de mi madre,
sé que si volviera
y otra vez naciera
se haría de compartir.

Guerrera ante la muerte,
al final cambio su suerte,
la mujer valiente
me enseñó a ser fuerte
y jamás dejar de sonreír.


sábado, 26 de septiembre de 2015

Su bandera

Escoge tu mordaza
y el silencio que le acompañe;
la música de fondo
y el instrumento al que doblegarte.

Escoge tu venda,
el último paisaje,
que tus ojos contemplen
la caída de este valle.

Escoge tu condena,
un futuro estable,
la vida es una deuda,
siéntete culpable.

Escoge tu bandera
que tape tus miserias
que olvide el odio y el amor
que solo entienda de fronteras.

Escoge tu mentira
que cabe en nuestras urnas
la traición a tu clase
de la forma más absurda.


Contradicción

He nacido en mi contradicción de ser hombre
y no querer ser otro opresor.
He nacido en mi contradicción de ser blanco
y no querer ser de ningún color.
He nacido en mi contradicción de ser humano
y no querer ser nada que ya haya sido.
He nacido en mi contradicción de ser
y no saber si seguir vivo.


jueves, 24 de septiembre de 2015

Descomposición.

He vuelto,
a la poesía de descomposición,
y a la adicción
de las agujas del reloj.
He vuelto,
al corredor de la muerte
y a la guillotina
en la plaza mayor.
He vuelto,
a los andenes,
también a las andadas,
de los que dejan de hacerse mayor.
He vuelto,
a creer,
y a cagarme en Dios
por tirar la piedra
y esconder la flor.
He vuelto,
a la noche
también a la duda
de si caerá la luna
y no habrá reproche.


domingo, 20 de septiembre de 2015

'Piececitos'

Me enamoré de su belleza verbal,
y de sus ojos profundos,
que aún gritando libertad
hacían silenciar
los llantos de este mundo.

Me enamoré de su silencio
hasta hallar la complicidad
de dos locos amantes
que se buscaban para respirar.

Me enamoré de su mente,
todo en particular,
tan solo fue suficiente
para que me hiciese volar.

Me enamoré de sus manos,
como si me fueran a agarrar
que perdido en esta era
me prometieron no soltar.

Me enamoré de sus pies,
que no dejaban de avanzar
y de como ríe,
par con par
mis manos no dejaron de rozar.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Carta a mí yo suicida:

Siempre me pareció una aberración dejar el folio en blanco aunque me sienta culpable por la deforestación de nuestros bosques. Mis contradicciones siempre han sido así, un poco absurdas.

Hace ya tres días, dos polvos, un café y trece cigarrillos esto iba a ser una carta de despedida. Desde entonces no he dejado de buscar excusas para no devolverlo a su sitio original, como si fuera otro trozo de papel más al que aún no he matado.

La primera noche ni me percaté de su presencia, quizás había olvidado cual era el objetivo de permanecer sentado la madrugada de un jueves cualquiera en aquella vieja mesa. Quería quitarme la vida. Sería como dejar la bebida pero de golpe, nada de sufrir el mono ni las náuseas típicas de una mañana de resaca.

Entonces fue cuando encontré mi vieja libreta de poesía, estaba hecha un desastre, pero lo cierto es que nunca se me ha dado bien lo de conservar las cosas, y así me ha ido en el amor. Aún recuerdo el último verso que vomité en aquella libreta "Que por más que duela, y con dolor, si vuela, no ha de volver"; se lo dediqué a mi amor de la universidad, mi primer amor, la chica que volaba.

Desde entonces no había vuelto a escribir nada y todo empezó a ir cuesta abajo. Abrí la libreta con la intención de repasar por última vez mis poesías, lo único que dejaré al mundo, y lo hice con calma, de todos modos a la mañana siguiente no tenía planeado madrugar. Saqué el vino más caro que tenía y me lo serví en una copa de cristal que borrase el sabor a cartón que tenía impregnado. Me disponía a leer.

Cuando por fin alcance la última página y volví a leer ese verso que me había acompañado durante mi breve existencia recordé que nunca se lo había enseñado a nadie. Era un poema incompleto, sin final. Habían pasado catorce años y ella aún no sabía que había sido la causa y destrucción de mi pequeña etapa de artista literario. Definitivamente no podía abandonar mi vida de esta forma tan cobarde, necesitaba encontrarla y entregarle algo que le pertenecía y que yo estaba deseando desprenderme.

Cogí mi chaqueta y cerré la puerta de un portazo, bastante brusco para molestia de mi vecina, una anciana que vivía sola con sus perros y que de vez en cuando era visitada por su hijo menor, el cual tenía mejor aspecto que yo aunque fuera solo tres años más joven.

Al salir del portal del edificio no recordaba que no eran horas para ir a visitar a nadie, que los autobuses no pasaban desde hace algo más de tres horas y que no tenía ni la más remota idea de donde se encontraba ella. Cosas de la noche y el vino. 


viernes, 4 de septiembre de 2015

La sal de sus ojos

Por los ojos destiñe su alma humana,
reflejo de infinidad de sentimientos,
con una mueca en el estómago
que solo pide descansar.

Adiós a sus sollozos,
lágrimas la han visto caer,
seguirá preciosa aunque no la vea,
quién no amaría a esta mujer.

Limpie la sal su rostro
y que no vuelva a aparecer,
lágrima en sus ojos,
quién no amaría a esta mujer.