Me prometes la música de un piano de fondo,
el calor de tu estufa corporal y no,
como quieres que siga concentrado,
anclado en este cuarto capítulo.
Que desastre de vida llevo,
que perdido dicen que me encuentro,
distante, dicen mis padres,
cuerdo, comentan los que de verdad creen conocerme,
y que equivocados están todos.
Sigo aquí...
Alegre y lunático,
despierto, cansado, pero despierto.
Cansado de ver ciegos guiando a lazarillos,
cansado del rumbo que está llevando el mundo...
Y sigo aquí...
Ya no pretendo cambiar el mundo, pero sigo aquí...
Ya no escribo como debería,
ni me aferro a ese beso que parece ser el último...
y puede entonces que si haya cambiado,
pero a quién no le afecta el paso de las manecillas del reloj,
quién es inmune a los desperfectos de seguir vivos...
Y aún así, seguimos aquí...
Sin destino, ni final...
Ni miedos, ni ganas,
bueno si, ganas si,
pero no quiero precipitarme en ser el primero en romper este silencio.
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