Me siento mudo,
como si las palabras vistiesen y desvistiesen,
y el frió empañase de sal estos ojos.
Todo cae hacia el vacío,
y ya parece demasiado tarde
para repetir otra despedida.
Me siento ausente,
incapaz de llenar mi propia ausencia.
Demasiados precipicios,
y un miedo abismal a las alturas.
Otra sobredosis de vértigo,
que deja marcada mi piel.
Me siento a esperar,
como si fuera un mero espectador
de mi propia vida.
Veo la vida pasar,
formando paisajes imaginarios
que tengan un peor final que mi historia.
Me siento a escribir,
y no es que no tenga nada que decir,
es que prefiero callar,
a que tenga que hacerte
o hacerme daño.
Me siento, y en el fondo eso es estar vivo.
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