Atrapado en un sueño;
reflejo de una mentira consumida en este empeño.
Maldigo mi deseo, mi destino y mi desvelo.
Aún me recuerdo:
Preso del silencio y esclavo del infortunio;
atrapado en este cuerpo,
sin más armas ni más límites que este cuerpo,
toda una perdida de tiempo.
Muerto, y veinte veces muerto,
rompiendo en el llanto
con los ojos paralizados
y una paleta de colores
dibujando sobre una mente en blanco.
Me he perdido en lo desconocido,
y de todos los sentidos
solo uno sigue siendo prohibido,
el resto buscan su camino.
Adiós destino, adiós;
que explotará este pecho
y seguirá sintiendo los colores,
en todas sus contradicciones,
como si todo se hubiera deshecho.
Incluso este miedo.
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