Tan solo necesito del susurro de tu voz para volver a sonreír,
y silenciar los murmullos que no me dejaban escribir, te.
Que me recuerdes en el camino hacia tu destino.
Ayúdame, a hallar cobijo en el alijo de tus sentimientos,
a perder entre mejillas las sonrisas que transportaba el viento.
Perdóname si miento, no quiero verte sufrir,
por saber que ya no ando contento.
Quizá llego el momento,
de destapar los sentimientos que guardo tras la cortina,
no quieras adornar el torreón de mi castillo melancolía,
y vivir del día a día, el desamor filosofía.
Durante su vuelo, Ícaro se acerco tanto al Sol
que la cera de sus alas se derritió, y cayo al mar.
Pobre Ícaro, que no sabia nadar,
que tubo que aprender a hundirse y volverse a levantar.
Dónde están los paisajes que te quedaban por mirar,
aquellos te extraño que prometiste no pronunciar.
Dónde estabas soledad cuando quise romper con la monotonía,
y el dolor ya no inspiraba poesía.
Estarías, sudando versos por los poros de otros cuerpos,
olvidando las conjeturas crueles del universo.
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