Dos mujeres sobrevuelan mi cabeza,
pasado y presente, certeza olvidada en algún instante.
La primera, es la que fue y dejé escapar,
la que no supe amar pero tampoco conseguí olvidar.
Chica fina, de ojos rasgados,
algún que otro verso triste y desordenado.
Dulce y triste piedra en mi camino,
a mirar sus huellas me he condenado,
a seguir sus pasos y ver de donde vino.
Volvería a besar sus labios,
da igual que hayan pasado años,
si estos últimos los pasé dormido y engañado.
Ella no sabe de esto, no quiero hacerle daño,
no hace falta otra lágrima en el lavabo del baño.
Y si me llamas no sabría si contestar,
no quiero proponerte que nos volvamos a equivocar.
La segunda, es la que nunca fue pero siempre estuvo cerca,
la que siempre esperé, en estado de alerta.
Chica hermosa, de piel morena,
confianza colosal, eterna condena.
Es rutina sobre mi almohada,
ayer estuve soñando que era yo quien la desnudaba,
pero desperté y era otro el que la besaba,
lo pase fatal por esperar a que contestara
y le tuve que prometer que haría por olvidarla.
Pero no fue así, preferí sufrir,
no se si fue la huida fácil, o es que era de mente frágil,
pero no fue así, y si me llamas,
sabes que estaré allí, donde me necesites,
tratando de pintar arco iris en tus días grises.
Pasado y presente, lo que fue y nunca ha sido.
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