Si me volviera invisible
qué color tendrían las lágrimas,
y sobre que rostro descansarían
si a la mañana decido irme.
Como unas huellas que nadie recorre,
me he vuelto lluvia para protegerme,
de las caricias y de los portazos,
de los hombres y sus claveles.
A caso ya no importa
que las miradas se tropiecen,
las he visto aullando
y suplicando que se ayuden.
Ahora ya descanso,
tras ahogar cada página,
me he vuelto otro invisible
y aún no ha caído una lágrima.
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