La lluvia decidirá lo que seremos algún día,
mientras esperamos los tímidos rayos de sol,
bésame ahora o huye de mi alegría,
mátame ahora o deja de profundizar en mi dolor.
No le demos nombre a lo que fuimos,
sin ni siquiera saber lo que queremos ser,
dejemos lo que en la guerra perdimos,
aunque la tregua nos sepa a estupidez.
Metáfora desconocida de su cuerpo,
tragicomedia me insinúan sus labios,
en esta lluvia de cielo abierto,
donde el rico es el menos sabio.
Donde los mares se juntan,
también llueven tempestades,
donde las rocas abundan,
también se inundan ciudades.
La lluvia es la metáfora que forja un sin fin de posibilidades sentimentales.
De la lluvia dependemos.
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